- El otro día lo vi - arriesgué. La pobre nunca sabía nada de mi vida.
- Ah y ¿cómo andás con ese tema? - Dijo tratando de dejar ver su interés pero no demasiado.
- Decidí hacer la paz con él, no daba estar enojada para siempre - le dije y tragué para disipar el nudo en mi garganta.
- Me parece bien. Después de todo, ustedes tuvieron una linda relación. Mientras no te confundas y tengas las cosas bien en claro...
Sí, lo claro es que nunca va a dejar de ser una persona especial. Ni cuando vuelva a enamorarme, ni cuando ya no lo extrañe, ni siquiera cuando ya no piense en él todos los días. Pero aprendí, tristemente, que no hay chances de que sea feliz a su lado. Y que prefiero alegrarme al enterarme de que está bien con Malena a vivir angustiada, justamente, por saber que está bien con Malena. Es un simple cambio de perspectiva, el cual parece difícil, pero realmente no lo es. El único sentimiento negativo que tengo ahora es la nostalgia, y ni siquiera sé si debería catalogarlo como negativo. La nostalgia tiene su encanto cuando ya está madura, sólo hay que tenerle paciencia. Tengo que darme el tiempo para convertir a esta Sara Bareilles en Carlos Gardel, porque las nostalgias jóvenes tienen un enorme parecido con el resentimiento y el desamor. Mientras tanto voy a seguir como ahora, que es la única manera en la que puedo seguir. Pensándolo hasta que no lo piense más, escribiendo acá hasta que no tenga nada para decir, aguantándome las ganas de hablarle hasta que me parezca natural no hacerlo. Y así, poco a poco, voy a dejar de encontrarlo en cada parpadeo y en las descuidadas respiraciones profundas que me llevan a ese otro mundo. Un día voy a sorprenderme a mí misma soñando con otro hombre y hasta llorando por él. Voy a volver a creer en la gente y voy a volver a descreer de ella. Porque así somos, cíclicos y progresivos. Somos un espiral. Cuando llegue a esta parte de mi vida nuevamente voy a estar mejor preparada y voy a actuar de la misma manera pero con más madurez y determinación. Lo difícil es la espera.
Y aquí un plus, que no tiene tanto que ver pero que no puedo evitar agregar.
La espera
Y de repente es difícil respirar. ¿Querés saber cómo es el infierno? Déjame que te explique. Todos los sentimientos que se dejaron escapar rodean tu alma día tras día, alimentándose de lo que te pase o deje de pasar. Todo lo que te hace feliz, saber que está, pero lejos y fuera de alcance. Cada vez que la luna te mira, burlándose en todas sus formas de tu abstinencia; pero en esa forma en especial, es cruel y a la vez hermoso. En esa forma pura y satisfechamente completa. Te mira, se ríe, ella probablemente pueda ver a tu amada desde donde está. Tal vez intercambiar miradas con ella, que probablemente también la esté viendo. Cómo te gustaría estar en su lugar. Cómo quisieras morirte para poder visitarla y verla una vez más. Cómo te encantaría estar con ella ahora mismo, aunque no te espere, aunque no te busque, porque sabe que no hay forma de que estés allá. Pero sí, te busca. O vos la buscas. Creyendo que un milagro puede hacer que aquella chica de allá, de espaldas, sea ella. Y te acercas, y la pasás sin disimular nada, pero no es ella. Y la dejás pasar nuevamente, pensando que era obvio que no era ella, se veía a kilómetros su falta de belleza, su falta de pureza, su falta de carácter. Y se ve a kilómetros tu falta. Pero no los suficientes como para que te vea ella, y tampoco para que la veas vos. Sólo es cuestión de tiempo. Eso no ayuda. La única buena noticia es que siempre va a faltar menos que antes, pero ¿y? Sigue faltando. Y el vacío en el pecho, y la angustia en la garganta, y el fuego en el estómago, el tic en el brazo, la nube en los ojos, la falta de atención y la despreocupación de todo lo demás. La ansiedad aumenta con la espera. La desilución de despertarse en un día que no es próximo al de su llegada. La ilusión de quedarse dormido por semanas. Verla en sueños no es lo mismo, pero es una de las pocas cosas que te mantienen vivo, junto con sus recuerdos. Y no te gusta, no te gusta estar vivo así. Pero sabés que la vas a volver a ver, y a veces eso hace las cosas peor, porque sólo pensás en ese momento. Así, poco a poco, dejás de ser una persona, dejás de ser un ente, para pasar a ser un deseo que cobró forma. Y la impotencia de no poder cambiar de lugar, o de no poder acelerar el tiempo, o de no haber podido evitar que se separen. Cada una de las cosas es una hoja afilada pasando por tu espalda. El frío se siente en tu nuca. Te falta calor, de todo tipo. Llegás a un estado de muerte en tu alma y tu cuerpo sólo se hunde en la miseria de no poder hacer nada más que extrañar. Sos, exactamente, muerte que camina. Muerte que espera para resucitar. Y mientras espera, vive el infierno. Eso es el infierno, la espera.
martes, 27 de agosto de 2013
Esperemos
Publicado por Belu.M a las 20:49
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 susurros:
Publicar un comentario