Estaba en su casa, pero en la que ya no era su casa. No se veía de esa forma tampoco. El baño era muy lujoso, las cerámicas de la mejor calidad, el cielo raso sin un rastro de humedad, todo hacía juego. El bidet no estaba ocupando su lugar, sino que de hecho estaba en una ubicación bastante poco práctica, impidiendo que la puerta de entrada se abriera a más de 60 grados, lo cual provocaba que el espacio de tránsito se redujera a unos 40 centímetros. Al lado había un pequeño mingitorio, como los que ella imaginaba que había en los baños de jardín de infantes. Se extrañó y se enojó un poco con su madre por haber hecho una compra tan inútil, más considerando que el único niño que podría haber hecho uso del dispositivo estaba a punto de irse a vivir a más de 900 km de distancia.
Salió del baño con esto en mente y pasó frente al espejo que siempre había estado en el medio del living, pero que ya no debería haber estado ahí por el reciente ataque que había sufrido por parte del más pequeño de los niños que habitaba actualmente la casa. Caminó dos pasos de más y los retrocedió ubicándose frente a frente con el espejo. En ese momento comprendió lo que le venía gritando su instinto más profundo. Se alegró y se concentró con todas sus fuerzas para quedarse en ese lugar en el que todo estaba permitido. Ella era dios. Luego de unos segundos volvió a sentirse estable y tuvo el mismo pensamiento que tenía siempre. Tenía que ir a buscarlo.
Salió de la casa y luego de un corto trote se zambullió en el aire y salió despegada. Solía dejar los brazos pegados al cuerpo para volar, probablemente en su cabeza se cumplían las leyes de la aerodinamia. Recorrió un par de cuadras antes de recordar que eso nunca funcionaba. Siempre que quería ir a buscarlo se perdía en el camino o se olvidaba de donde estaba. De todas formas, pensó, ni siquiera sé por qué querría ir a verlo a él. Entonces fue cuando se acordó de los días anteriores y del consejo que se había dado a sí misma.
Cambió su rumbo de inmediato. No sabía dónde vivía ella, pero sí donde podría encontrarla en su cabeza, ya que había sido el lugar en donde más veces la había visto en la vida real. Aterrizó en esa manzana con unas ganas de vomitar terribles. Ni siquiera sabía que eso era posible en sueños. La vio parada fumándose un cigarrillo al pie de las escaleras. Quería salir corriendo, supo que estaba haciendo lo que debería haber hecho hacía mucho tiempo atrás. Ahí estaba la profundidad de su miseria, no había sido él, su problema siempre había sido ella y no terminaba de entender el por qué. Era hora de sincerarse.
- Hasta que te diste cuenta - le dijo sin mirarla con su aliento ahumado. Se veía hermosa. Ella era, por sobre todas las cosas, hermosa.
- Mejor tarde que nunca - le contestó tratando de simular una calma que no tenía y una elocuencia como la que le había visto manejar cientos de veces a él.
- Bueno, ya estás acá y acá me tenés. Ahora qué?
- Buena pregunta. En realidad esperaba que pudieras decirme algo que me volara la cabeza, revelarme algo de mí que me sirviera para superar... no sé, no estoy segura de qué es lo que podrías ayudarme a superar.
- Belén, yo soy ella, pero antes de eso, soy vos. Nada de lo que te diga, no lo sabés ya. De hecho, ya sabías que iba a responderte esto, no te conviene seguir perdiendo el tiempo.
- Ok, ya entendí. Tengo que ser concreta, pero me serviría una guía
- Sos más boluda de lo que pensaba, eh. Pero bueno, voy a ayudarte porque para eso estoy acá. Primero que nada, qué te hizo pensar en mí? Qué pasó en estos días?
- Ustedes volvieron a verse, como ya sabía que pasaría, y ni bien él me lo dijo empecé a sentirme mal y me puse a llorar sin pensarlo.
- Entonces lo que querés saber es por qué mi existencia en su vida te hace sentir tan mal. Más aún, querés saber exactamente qué es eso tan horrible que sentís cuando te imaginas su futuro conmigo. No llores, no soy tu amiga, no voy a abrazarte ni a consolarte.
- Ya sé, pero no lo puedo evitar, qué querés? Necesito saber por qué me siento tan vulnerable cuando se trata de ustedes dos. Es extraño, siempre supe que iban a terminar juntos.
- Y sin embargo siempre apostaste en contra. No te subestimes, vos ya sabés cuál es el fondo de todos tus problemas. De hecho, acabo de decírtelo.
- Me subestimo.
- Bingo.
- Y vos sos la viva imagen de mi poca autoestima. Sos la única persona que me supera en todo. No sólo sos más hermosa y graciosa que yo. También sos más inteligente, que se supone que es una de mis cualidades más atractivas. Y sos el amor de su vida, la primera opción. Vos me convertís en la segunda. Y a pesar de no quererlo en este momento conmigo, tu presencia me recuerda que siempre fui su plan b, que desde el principio estuvo conmigo porque a vos ya te había resignado. No puedo superar lo que me pasa con vos porque justamente nunca pude superarte y eso me pega justo en el orgullo. No importa lo bien que me vaya, siempre voy a tener presente que él te habría elegido a vos de habérselo permitido. No sé por qué no lo hiciste desde un principio y me ahorrabas todo esto.
- Si no era yo, habría sido otra. El problema no soy yo, no es tu mejor amiga, no es tu amiga del triángulo amoroso. El problema sos vos. Y no, no puedo decirte cómo resolverlo. Vos no lo sabés.
- Siempre que me baja el autoestima busco a alguien que me la suba, busco sentirme deseada.
- Y cómo te funcionó eso hasta ahora?
- Bien... creo
- Ah sí? y por qué estás ahora acá?
- Necesito una psicóloga
- Bingo
lunes, 26 de octubre de 2015
Lucid
Publicado por Belu.M a las 13:29
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