Igual admito que un poquito me olvidé de cómo era sufrir por amor. Sentirse desgraciado por culpa de otra persona. No, por culpa de uno mismo. La indiferencia pasó a ser un plato de todos los días y la mejor defensa contra el dolor. Obvio, todavía hay baches. Primero se siente vacío y se llena con el primer sentimiento que anda dando vueltas por ahí. Aunque el vacío ya es desagradable de por sí.
Estos últimos días me quisieron querer tres personas que yo no quería. Y, como siempre, yo quise querer a dos que no me querían. Uno de ellos, el que siempre estuvo ahí, me sorprendió. Todavía me estoy preguntando qué tiene de especial que me tuvo una semana sonriendo por un polvo. Aunque sea claro que no fue el polvo lo que me cosió la sonrisa.
Quizás me gustó un poco de más que me contara sobre el apodo secreto que tenía para su perro y cómo había surgido. O será que no puedo ignorar que cuando teníamos tan sólo 12 años tuvimos el mismo sueño en la misma noche. Como si nos hubiéramos puesto de acuerdo para darnos ese primer beso en sueños porque en la vida real ese pequeño beso habría infringido todas las leyes de la amistad. No estuvo de más que le insistiera a su mamá para lavar él mismo las cosas que habíamos ensuciado todos cuando vio que ella se disponía a hacerlo a las cuatro de la mañana. O que dejara de tocar la guitarra para dejarla dormir. La guitarra. Eso definitivamente siempre sumó. Y guitarra más viaje creo que me explotó una parte del cerebro, no sabría decir cuál. Que conociera esa banda desconocida que venía escuchando hacía un par de semanas o que él propusiera escuchar otra banda, también desconocida, que yo también conocía, casi de casualidad. Ni hablar de ese partido que le jugué y gané (por penales) en la play. El coqueteo durante el armado de las pizzas, el truco, la zapada. Su opinión política. La suavidad de sus besos y las caricias progresivas que tímidamente encontraron mis piernas. Esas manos que no avanzaron más allá hasta que no estuvo 100% claro que yo quería que sucediera. La prudencia.
Ver que era uno en un millón me deliró y ahora estoy esperando mi indiferencia después de confirmar la suya hacia mí.
jueves, 7 de enero de 2016
Nunca me quiere el que me tiene que querer
Publicado por Belu.M a las 12:02
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