martes, 27 de septiembre de 2016

Quién soy?

Lo que digo

Soy Belén Anahí Palacios, tengo 22 años y soy de Bueno Aires. Tengo tres hermanos mayores y vivo con mis papás en una casa en San Martín. Soy masajista en un spa y hago acrobacia de piso (-que qué es la acrobacia de piso? bueno, es como lo que hacen las gimnastas... medialunas, mortales y esas cosas, - Ahhh y vos hacés todo eso? das vueltas en el aire? mirá vos qué interesante)
Creo que con eso bastaría, eso es lo que diría en una ronda de presentaciones en un campamento o en la jornada de inducción a cualquier empresa para cualquier trabajo. Primero mi nombre completo, como lo eligieron mis papás el día en que nací, el día en que sólo era un conjunto de órganos, pulsiones y fantasías ajenas. Después mi edad. En segundo lugar soy un número de años y lo que hice hasta ahora con mi vida en ese tiempo. A continuación un par de datos que me ubican un poco en tiempo y espacio, mi grupo familiar, lo que me rodea. Soy la sumatoria de circunstancias que me tocaron y el resultado que logré adquirir a partir de ellas. Seguiría con lo que hago la mayor parte del tiempo (en teoría y según la visión del de recursos humanos o del coordinador del campamento), mi pasión y mi profesión. Por alguna razón, lo común sería decir en primer lugar cómo se gana uno la vida y en segundo para qué utiliza el dinero, cuando en verdad lo que debería decir es "Soy acróbata y trabajo de masajista".



Lo que no digo

El azul es mi color favorito. No sé si porque me gustó el hecho de que “blue” ( azul en inglés), “bleu” (azul en francés) y “Belu” sean anagramas. Tal vez sea porque se relaciona al color con el cielo y cuando era piba pensaba que ese era mi límite. O porque se lo relaciona con el agua y yo me siento agua. Siempre me dijeron que era tierra, pero mi facilidad para mutar y adaptarme me hace sentir agua.
Como decía, el azul es mi color favorito. Rara vez me levanto de buen humor a la mañana y me gusta el mate de cualquier manera pero no lo sé cebar. Creo en la amistad después del amor. Duermo con la persiana abierta para que me cueste menos levantarme al día siguiente. Tengo un diario íntimo en el que escribo de vez en cuando y releo para ver mis progresos y retrocesos, o simplemente para reirme un poco de mí misma. Prefiero los gatos. Me gusta escribir a mano y cambio mi letra adrede de vez en cuando. La mayoría del tiempo pienso en mí y en lo que me pasa, no me gusta no entenderme. Colecciono personas. Bah, personas no, formas de ver la vida y de pensar, encerradas dentro de personas. Me aburro rápido, por eso siempre estoy en movimiento. No suelo quedarme con las ganas de nada si sólo depende de mí evitarlo. Canto, bailo, lloro y me río en la calle. Me gusta estar sola. Soy pésima dando consejos y peor consolando. No me gustan las faltas de ortografía. Prefiero lo salado, soy adicta al pan. Amo pensar. Tengo pie plano y un pedazo de metal en la clavícula izquierda. Me encanta pintarme las uñas y jugar a las luchas. Mi película favorita es Matilda y mi libro “1984” de Orwell. Prejuzgo a las personas pero siempre estoy abierta a cambiar una primera impresión, cuento con la posibilidad de estar equivocada. No sé cocinar. Tengo tres hermanos mayores y pocas amigas mujeres. Odio la palabra “cinéfilo”. Tengo alergias, sonrío mucho y me encanta hacer regalos. Me da miedo la velocidad y lloro más fácil de lo que me gustaría. No me gusta alterar el orden en el que me lavo el cuerpo cuando me baño. Cada vez creo menos en la amistad entre el hombre y la mujer. No salgo a bailar y en verano me gusta usar vestidos. Me enoja la gente que no sabe, no puede o no quiere empatizar.

lunes, 26 de septiembre de 2016

Qué hiciste por amor?

Dejé mi ego de lado y dejé de preocuparme por la reciprocidad. Me olvidé de amarme a mí misma. Por amor a mí, lastimé y abandoné a alguien que dependía de mí.

Qué o quién te parece ridículo?

El que trata de pertenecer a un grupo siendo alguien que no es

Qué te enoja?

La gente que no empatiza. La soberbia. La inflexibilidad. Cuando me invaden. Que me hablen a la mañana. La gente que no sabe decir que no. Los desagradecidos. La desconsideración. Los compromisos rotos. La gente que no escucha y que no puede mantener una discusión coherente. Que se metan en lo que no les incumbe. La gente que insiste demasiado.

Qué te hace feliz?

Saber lo que quiero y lo que no. Entrenar y bailar. Encontrar a alguien que me entiende. Amar. Estar sola. El sol de las siete de la tarde. Mi gato. El café después de la cena con mamá. Charlar con mi hermano. Hacer un buen masaje.

Cómo eras a los 4 años?

Sabía leer y escribir. Parece sólo una cualidad, pero sabía que no era normal que una nena de mi edad ya supiera hacer eso desde hacía una año atrás. También era buena en los deportes, lo cual alimentaba mi ego de manera exhorbitante. Tenía tres hermanos mayores para admirar y para tratar de enorgullecer. Era la nena menor de la familia, consentida y adulada por todos. Yo en serio pensaba que si a los cuatro años ya era tan genial, mi futuro iba a ser grandioso. Pensaba que era linda, inteligente, graciosa y atlética y que no necesitaba nada más. Soñaba con ser una famosa escritora, cantante o incluso presidente. Amaba ser yo, no conocía el fracaso ni la frustración.

viernes, 4 de marzo de 2016

Vale

Valencia se sentó por fin a descansar luego de un arduo día de trabajo. Se secó la frente con una toalla pequeña y suspiró. Su trabajo demandaba de sí misma tal vez el doble o el triple que un trabajo normal, y por esa razón también era altamente remunerado. Se tomó un minuto y medio para mirar a la pared y dejar que los mecanismos fisiológicos de su cuerpo le devolvieran su temperatura basal. El timbre interrumpió su paz y activó su voz de secretaria. "Si? Abro? Chau! Nos vemos gordito!" dijo por el teléfono apretando el botón que abría la puerta del edificio. Luego de colgar se dispuso a limpiar todo el departamento para dejarlo listo para el lunes, ya tenía agendado un paciente a primera hora y no quería perder tiempo. Puso todas las toallas a lavar, fregó los pisos y cambió los cubre camillas por unos limpios. Todo le tomó veinte minutos, los cuales sólo fueron interrumpidos para contestarle los mensajes a su hijo mayor que le preguntaba a qué hora llegaba a su casa para ir haciendo la comida para ella y sus hermanos. Desde que sus hijos habían vuelto a vivir con ella su relación había mejorado con creces. Lo cierto es que el tiempo que vivieron en la casa del padre les sirvió para darse cuenta de cuánto les hacía falta su mamá y lo poco que la habían valorado al decidir dejarla.

Cuando terminó la limpieza, hizo las cuentas de la recaudación del día y lo anotó en el cuaderno que hacía las veces de agenda. Abrió el cajón para guardarlo, ya dispuesta a volver a su casa y vio el sobre. "Abrir cuando no esté" decía con una letra desprolija en el frente. Ya hacían seis meses desde que ella era la única persona trabajando en el consultorio y había olvidado por completo la existencia de ese sobre.

- Voy a escribir mis aspiraciones y metas con respecto a este trabajo, pero prométanme que no lo van a abrir hasta que yo no me vaya. Y si no me voy nunca es porque nunca cumplí mis objetivos. - Terminó de decir y comenzó a manchar la hoja de azul. La joven estaba llena de vitalidad y siempre tenía nuevas ideas para mejorar o reinventar la labor que allí realizaba. Cuando la hoja estuvo escrita casi por completo la dobló en tres y la metió en un sobre. - Esto va para vos, Mauro, si lo abrís lo voy a saber, así que no lo intentes.

Pero Mauro también se había olvidado del sobre y había quedado sellado hasta ese momento. Estuvo a punto de tirarlo a la basura pero la curiosidad pudo más que ella misma y lo abrió. La letra que llenaba los renglones era tan desprolija como la que titulaba el sobre, pero luego de un par de oraciones se acostumbró a ella y pudo leer con más fluidez.

"Lunes 28 de Marzo del año 2016, Buenos Aires, Argentina

Hola Valen ¿Cómo estás? Si todo salió como yo esperaba, probablemente bien, o incluso mejor que eso. Gracias por no quemar esto y tener un gramo de curiosidad. Respondiendo a tu pregunta, no, no vas a encontrar mis aspiraciones u objetivos con respecto al trabajo en esta hoja de papel. De todas maneras te invito a que sigas leyendo, te prometo una lectura cuanto menos interesante.

miércoles, 10 de febrero de 2016

Un Juan que sí sabe de amor

Lo injusto de enamorarse es no saber lo que le pasa al otro. Es difícil de explicar, pero se parece mucho a esperar el bondi en una esquina donde no sabés si hay parada. Y ahí estás vos, solo, muerto de frío, con los brazos cruzados y los ojos fijos en la calle que baja hasta el centro. Y ves el colectivo a quince cuadras y te ponés contento, pero al mismo tiempo te preocupa estar en la esquina equivocada. Y el colectivo está a diez cuadras y tratás de encontrar algún indicio de que estás esperando en el lugar correcto. Ocho cuadras. A ver si no parará más allá. Cinco. Dos. Levantás el brazo, estás jugado. Todo parece indicar que estás parado en el lugar que corresponde, pero todavía te incomoda esa amarga ficción en la que ves pasar el colectivo, ignorándote, mientras todavía tenés el brazo levantado y esa cara de imbécil.

Bondi
(Microalmas)

jueves, 7 de enero de 2016

Nunca me quiere el que me tiene que querer

Igual admito que un poquito me olvidé de cómo era sufrir por amor. Sentirse desgraciado por culpa de otra persona. No, por culpa de uno mismo. La indiferencia pasó a ser un plato de todos los días y la mejor defensa contra el dolor. Obvio, todavía hay baches. Primero se siente vacío y se llena con el primer sentimiento que anda dando vueltas por ahí. Aunque el vacío ya es desagradable de por sí.
Estos últimos días me quisieron querer tres personas que yo no quería. Y, como siempre, yo quise querer a dos que no me querían. Uno de ellos, el que siempre estuvo ahí, me sorprendió. Todavía me estoy preguntando qué tiene de especial que me tuvo una semana sonriendo por un polvo.  Aunque sea claro que no fue el polvo lo que me cosió la sonrisa.