martes, 18 de noviembre de 2014

Estoy enamorada de esta persona

Durante todo este tiempo en el que Belén decidió seguir la carrera de circo, no me fue raro escuchar muy de vez en cuando expresiones que mostraban cierto desacuerdo a esta decisión, tratándola como un desperdicio de talento intelectual. Ciertas reacciones de sorpresa sobre cómo una persona con habilidades tan notorias en cuanto a capacidad mental y lógica elige seguir una carrera que no aprovecha dichas habilidades sino que se relaciona a un ámbito ocioso y, para ellos, menos importante. Bajo el riesgo de sonar arrogante y soberbio, me gustaría declararme como una persona inteligente y sabia. Tengo ciertos conocimientos sobre la física, la biología, la medicina y el comportamiento social que no todos se pueden dar el lujo de decir que poseen. Y sin embargo puedo asegurar que son estas las causas de incontables momentos de infelicidad a lo largo de mi vida. Los avances tecnológicos y científicos que los hombres han conseguido a lo largo de los últimos siglos, nos han impuesto la idea de que todo conocimiento sobre el mundo que nos rodea es imprescindible. A pesar de esto, hay un dicho muy conocido que todos tenemos presente, el cual dice que la ignorancia es una dicha. Son dichosos aquellos que ignoran cómo el mundo funciona y en vez de intentar entenderlo prefieren asombrarse de él y disfrutar de su belleza. De la misma forma que todos queremos saber cómo un truco de magia que nos dejó maravillados funciona, y al descubrirlo nos arruinamos la oportunidad de sentir esa admiración de nuevo, constantemente nos sentimos obligados a satisfacer esa maldición que es la curiosidad, y nos olvidamos que la razón primordial por la que vivimos es disfrutar de los placeres que la vida nos puede ofrecer, más que intentar descubrir por qué nos los ofrece. De esta forma quiero hacerles entender la importancia que significa para todos nosotros todas y cada una de las artes que nos proporcionan esa felicidad que la ciencia no puede. Hay una ilusión recurrente en el proceso por el cual algo logra ser explicado o descubierto. Yo, como futuro médico, soy consciente de esta ilusión y quiero mostrar en qué nos equivocamos todos cuando creemos que la ciencia es la mejor opción a la que recurrir cuando queremos entender el mundo o el universo. La ilusión de la felicidad cuando uno descubre algo que logrará cambiar la sociedad, la medicina, la tecnología y etcéteras es algo que tener en cuenta. Todo lo que se ha logrado en siglos de avances científicos, no sirven de nada sin las artes. No nos sería útil la televisión o la radio, si sólo transmitieran noticias o documentales. No sería útil la máquina de escribir si sólo crearan ensayos o biografías. La idea de que un médico trae felicidad a un paciente, por ejemplo, en el mejor de los casos, curando una enfermedad y otorgando más años de vida, es errónea. Porque si bien hay una ilusión de que es eso lo que causa felicidad en esa persona, en realidad no están dando más que oportunidades nuevas para disfrutar de lo que realmente inspira esa felicidad, que es el arte. No estamos dando vida que viene con la alegría en sí misma, sino vida que llenar con momentos alegres. Y personas como Belén, que eligen tomar la increíble decisión de dedicarse a llenar esos momentos son las que hacen que el mundo valga la pena. Son las que hacen que alguien se ponga contento cuando le dicen que no va a morir. Dicen que la mejor distribución del día en una persona es dedicar un tercio al aprendizaje y el trabajo, otro al ocio y el entretenimiento; y el último a descansar. El hecho de que esta sea la mejor distribución es sólo por la sociedad en la que vivimos que no puede ser de otra forma, pero realmente en un mundo perfecto, el ocio es lo único que debería preocuparnos. Por eso soy consciente que la carrera que yo elijo no es para nada mejor que la que Belén u otros futuros artistas deciden seguir, sino que, de hecho, el objetivo de mi trabajo es simplemente lograr que la gente pueda tener la oportunidad de disfrutar el de ellos. Y a aquellos que piensan que no es difícil lograr lo que estas personas quieren lograr les digo: Todo lo que nosotros, científicos o académicos, hagamos intelectualmente es equivalente a lo que ellos harán físicamente. Las horas de estudio son tan desgastantes como sus horas de entrenamiento. Las metas alcanzadas son tan satisfactorias y útiles como los actos, las pinturas, las películas y toda la belleza que ellos pueden hacernos disfrutar. Y tal vez en su caso mucho más. Y mientras (si todo sale bien para todos) yo voy a darles conocimientos y hechos y proporcionarles oportunidades para disfrutar los goces de la vida, estas personas van a darles esos goces al alcance de sus ojos y oídos. Van a dejarlos sentir cómo el mundo es un lugar inimaginable, van a forzar su imaginación para apartarlos de todo lo que saben y admirarse por todo lo que no. Van a hacerles preguntarse cómo ciertas cosas son posibles, cómo ciertas cosas pueden transportarlos a un lugar que el conocimiento no puede y que al final es mucho más placentero y satisfactorio. Y si bien es posible que una persona que siga una carrera académica utilice su inteligencia más frecuentemente que aquella dedicada a las artes, les aseguro que es más útil y sabio proponerse producir el goce de la belleza, la admiración y la sorpresa de las más simples y menos costosas maneras. Por eso admiro profundamente lo que estos personajes pretenden lograr, personajes que van a generar tantas sonrisas, risas, gritos ahogados, miedos y alivios, llantos, aplausos; en fin, tantas emociones en ustedes que nada de lo que yo o mis compañeros de oficio hagamos podría ser más imprescindible para el mundo.