viernes, 1 de noviembre de 2013

Cuidado, frágil

Muchas veces dije que estoy rota y que, por esa razón, no puedo romperme más. Es gracioso porque tal vez, si no fuera por mi estupidez, esto sería cierto. Pero la verdad es que vivo recomponiéndome, y cuando parece que voy bien, plaf! cometo alguna idiotez que me deja tumbada y en pedacitos nuevamente. No, no vivo rota, me rompo de vez en cuando y siempre por las mismas razones. No sabía que se podía llorar tantas veces por una misma causa, es increíble lo que puede durar la angustia. Cuando me dijiste que ella se había quedado a dormir en tu casa... pensé que no podía haber algo peor. Pensé que ese era el fondo y que ya no podría volver de eso. Pero claro... mis ganas insensatas de seguir adelante me forzaron a dejarlo a un costado y continuar mi vida como un zombie. Poco a poco fui reconstruyendo mi ser, me hice un amigo que fue fundamental en este proceso y también en el proceso de aceptar que, sí, estoy mal, sí, te extraño, sí, es difícil, pero también tengo otras cosas que me hacen bien y por las que sonrío todos los días. Gracias a Iván hoy pude llorar todo lo que lloré y sin embargo ir a dormir con una sonrisa en mi cara. Hoy los vi acostados en tu cama sonriéndome y voy a decirte que fue mucho peor que imaginarlos. Se me cayó el mundo abajo en dos segundos, me asusté porque creí que me había roto otra vez. Y tal vez lo hice... había pasado mucho tiempo desde la última vez que mis lágrimas habían fluído tan continuas y tan caudalosas. Fue una mezcla tan extraña de felicidad y dolor. Como si hubiera estado pidiendo a gritos que me mataran y alguien me hubiera clavado una flecha directo en el corazón. El alivio de verte feliz me inundó pero el dolor de no poder ser tuya nunca más arrasó con todo. Y no dejó nada por un rato... por unos minutos fui sólo angustia. Una angustia corporalizada que no encontraba parate. Y de vuelta apareció Ivi para socorrerme. Gracias Iván... Gracias por cuidar de mi frágil persona.