lunes, 16 de septiembre de 2013

Esto... esto es lo que perdiste



Primera cosa genial:


El miércoles, día anterior a mi cumpleaños, estuve la última hora con Belu y en un momento me pidió el celular e hizo algo con él. Me di cuenta de que estaba poniendo una alarma y me hizo prometerle que no iba a ver qué decía hasta que sonara y así lo hice. Cuando llegué a mi casa eran las 11 y media y ya me había re olvidado de todo eso del celular. Me había despedido de Belu hace rato y me ocupé en hundirme en la depresión previa a mi cumpleaños característica de todas las vísperas de un 16 de septiembre (sí, así de amargo soy). En eso siento que vibra mi celular y suena la melodía de recordatorio, veo el reloj de la grabadora y me doy cuenta de que ya son las 12. Mi depresión se vio levemente interrumpida por el alivio de que iba a leer un "Feliz Cumple" de la única persona que me importaba que me lo dijera (nada personal, sabés que te quiero :)) y algún que otro mensaje lindo que me haga esbozar una sonrisa. Leo el principio del mensaje: "Feliz Cumple, mi amor...", sonrío, miro la segunda parte: "Look who's at your door :)" que significa "Mirá quién está en tu puerta" en inglés. (Yo aclaro por las dudas (A)) Cuando leí eso me sentí re raro. Fui directo a la puerta pero sin abrirla y miré por la ventana sin ver a nadie. Entonces releí el mensaje para buscarle otro significado (realmente no creí que fuera a estar tan loca). No le encontré ningún otro así que abrí la puerta y salí al jardín y ahí la vi, abajo de la noche estrellada a las 12 de la mañana del otro lado de la reja sonriéndome y deseándome mi primer "feliz cumpleaños" del día. Ay qué bien me hizo que fuera de ella. Abrí la reja lo más rápido que pude y te imaginarás el beso que le di, el abrazo que me dio y la euforia que compartimos. La vieja la había alcanzado y sólo pasó a desearme la felicidad e irse rápidamente. Fui a saludar a la madre que esperaba en el coche y le pedí un minuto para que pase a la casa y conociera a todos, lo cual me concedió. Belu vino conmigo, entré primero y avisé que estaba afuera. Todos corrieron a prepararse repentinamente (por ejemplo, mi vieja estaba en pijama) y la hice pasar porque además hacía frío. Se presentaron, se saludaron, se apenas conocieron y expliqué que se tenía que ir, todo esto con la sonrisa más grande que hayas visto en mi cara o en alguna otra, lo puedo asegurar. En fin, salimos nuevamente, me despedí con otro beso que duró 3 años y la acompañé al auto donde tuve un intercambio de chistes con la vieja de lo loca que estaba la mujer que amo. Finalmente volví a mi mesa de comedor a comer mi cena que se había quemado por la sorpresa, pero nunca algo me importó menos que eso. Así comenzaba mi cumpleaños y así de bien iba a terminar. Mi viejo me habló de Belu como una chica linda y buena que estaba loca por haber hecho algo así pero que le gustaba que estuviéramos tan enganchados. Mi vieja se limitó a asentir lo que mi viejo decía. Cuando terminaron de preguntarme cualquier tipo de preguntas que a uno se le puede ocurrir en esa situación me pidieron que la invite al día siguiente a cenar para festejar mi cumpleaños con la familia y yo acepté.

Cosa graciosa:

Ya le había mandado un mensaje con la invitación a Belu para que venga a cenar con mi familia. Ella quería decir que no por puros nervios pero claramente dijo que no por obligación moral y para no quedar mal al rechazar una invitación. ¡Si supieras los nervios que tenía! Me dio gracia y ternura al mismo tiempo. Mi vieja me había dicho que la invite a las 7 y media. A las 5 y media tenía que salir para el instituto donde ella da clases y a las 7 mi hermano tiene que ir a su instituto para clases de apoyo para el curso de ingreso. Mi vieja para no viajar dos veces se lleva a mi hermano a su instituto donde pasa una hora sin hacer nada y después lo lleva a las clases donde ella pasa una hora sin hacer nada y vuelven a la casa a las 8 y media. Fue muy cómica la reacción de mi vieja:

"Ma, ¿a qué hora le digo a Belu que venga?"
"No sé, ¿hasta qué hora estudiás?"
"Y... a las 6 corto"
"Bueno, decile que venga a las 7. Yo me voy a las 5 y media a llevar a Ale y no vuelvo hasta las 8 y med... ¿sabés qué? Me voy al instituto y lo dejo a Ale acá con vos. Después vuelvo y lo llevo a él y me vengo para acá y a eso de las 8 lo voy a buscar"

Exacto, mi vieja prefiere hacer dos viajes de media hora de ida y vuelta antes que dejarme una hora a solas con Belu en mi casa.
(Curiosamente, la vieja le dijo a Belu lo siguiente: "Mientras los padres de Juanma no estén, vos te portás bien, ¿escuchaste? Sabés a lo que me refiero")
Los padres son muy paranoicos (A)

Segunda cosa genial:

La cena, obvio. Fue increíble, llegó a las 7 y media. (La invité a las 7 para que llegara media hora después, a la hora que quería mi vieja, todo fríamente calculado). La casa estaba sola para los dos y fuimos a la terraza, no sin antes mostrarle la casa. En la terraza estuvimos hablando un rato, esperando a mi vieja y me decía lo nerviosa que estaba. Llegó mi madre con mi abuela y escuchamos la reja. Había llegado el momento de presentarse y Belu se preparó. Bajamos las dos escaleras y mi abuela se sorprendió porque nadie le había dicho que ella iba a estar ahí. Mi vieja ya la conocía y la saludó lo más bien. A Belu no le salía ninguna palabra de los nervios, pero no se notó. Mi abuela me deseó feliz cumpleaños y después las presenté mutuamente. No me acuerdo qué le dijo mi abuela, algún comentario típico de ella. En fin, seguimos paso hasta el comedor y mi vieja se preparó para ponerse a cocinar la cena. Me dijo que vaya a comprar pan y claramente Belu me acompañó. En el camino le dije que lo peor ya había pasado, que después venía mi viejo que la iba a salvar y que no se preocupe. Aunque un poco más aliviada sus nervios seguían en pie. Volvimos con el pan y paseamos por la casa mientras le mostraba ahora los detalles, como los libros de la biblioteca o mis fotos de chico. De vez en cuando mi madre le decía o preguntaba algo y ella contestaba u opinaba. A medida que pasaba el tiempo se liberaba un poco más. Mi viejo llegó, la saludó y habló con ella con simpatía (algo raro que tiene mi viejo). Rompió el silencio prendiendo la televisión y finalmente llegó la hora de comer. Mirando la tele y hablando al mismo tiempo, la cena pasó rápido y sin complicaciones. Belu se liberó casi completamente y le cayó muy bien a mis viejos y a mi hermano. A su vez, mis viejos no me avergonzaron en casi ningún sentido y la comida fue acompañada de risas, anécdotas y preguntas con sus respuestas, nada fuera de lo común. Terminamos de comer, halagamos la comida e hicimos una breve sobremesa, tan o más apasionante como lo anterior y un poco más grotesca debido a la liberación que tenían todos ahora que parecían conocerse de toda la vida. Luego llegó la torta, usamos la que trajo Belu con una vela nueva y un cartelito de Feliz Cumple que tenemos hace años. Apagamos las luces y toda mi familia se juntó alrededor sacando fotos y esperando para cantar. Me recordaron, como se hace siempre, que debía pedir tres deseos. Cantaron la canción de siempre con el entusiasmo de siempre, pero con la diferencia que ahora se sumaba el mío. Soplé las velas, aplaudieron, saludaron, abrazaron. Parecía una tonta película. Era raro verme tan feliz. Besé a Belu y no recuerdo si le agradecí. Creo que no, pero era todo lo que pensaba. Prendieron las luces, me vinieron a saludar a mí y a brindar con Champagne. Todos brindamos y comimos torta. Hicimos otra sobremesa y mi abuela se fue porque estaba cansada. Mi vieja la llevó, y se despidió de Belu con la mejor onda. Ella se quedó hasta pasada la una y media de la mañana, momento en el cual su madre llamó para decirle que ya era tarde. Advirtió que tenía que irse y mi viejo se preparó para llevarla. Yo fui con ellos. El viaje duró unos veinte minutos y el espacio de charla se llenó con indicaciones para llegar vivos y a tiempo a la casa de Belu. Mi viejo nos dejó en la esquina correspondiente, la acompañé hasta la puerta y nos despedimos en el frío y la oscuridad. Volví al auto y en el camino de vuelta hablé con mi viejo sobre la relación directamente proporcional que había entre la cantidad de combustible usado y la velocidad de cada cambio del auto, teoría que terminamos descartando. Llegué a mi casa y saludé a mi vieja que ya se había recostado en la cama a leer un libro hasta la hora de dormir. Grité las buenas noches y me encaminé a mi cuarto en el piso de arriba. Mi hermano estaba durmiendo. Me cambié en la oscuridad sin hacer ruido alguno más que mis pensamientos. Miré por el balcón el cielo y la luna y casi lloro, debo admitirlo, pero me forcé a no ser tan tonto. Me recosté en la cama y me tapé hasta el pecho mientras miraba el techo, pensando que me habían sobrado dos de los tres deseos.