Igual admito que un poquito me olvidé de cómo era sufrir por amor. Sentirse desgraciado por culpa de otra persona. No, por culpa de uno mismo. La indiferencia pasó a ser un plato de todos los días y la mejor defensa contra el dolor. Obvio, todavía hay baches. Primero se siente vacío y se llena con el primer sentimiento que anda dando vueltas por ahí. Aunque el vacío ya es desagradable de por sí.
Estos últimos días me quisieron querer tres personas que yo no quería. Y, como siempre, yo quise querer a dos que no me querían. Uno de ellos, el que siempre estuvo ahí, me sorprendió. Todavía me estoy preguntando qué tiene de especial que me tuvo una semana sonriendo por un polvo. Aunque sea claro que no fue el polvo lo que me cosió la sonrisa.
jueves, 7 de enero de 2016
Nunca me quiere el que me tiene que querer
Publicado por Belu.M a las 12:02 0 susurros
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