sábado, 13 de noviembre de 2010

Invisible (La verdadera versión)

     Sentada allí, nadie la veía. Pasaban a su lado cual si fuera una parte más del paisaje cotidiano. Quizas alguno percibía su presencia, pero seguía sin verla, sin conocerla. Pues claro, ¿Cómo podía alguien verla si ella misma se declaraba invisible? Y no le importaba, simplemente lo aceptaba y abrazaba a su soledad como si fuera su única amiga. No conocía el calor de las caricias, ni el sabor de un beso o la melodía de su propia risa. Sus oídos conocían todas y cada una de las voces que captaba; conocía a cada uno de sus dueños, en cambio ellos, no figuraban ni un aliento que saliera de su boca. Así, ella recorría el mundo como un fantasma decorando el escenario; los actores estaban demasiado ocupados para alguien como ella.
     Subía y bajaba escaleras ¿buscando qué? Un propósito tal vez, una motivación. Algo que la ayudara a brillar de nuevo. Pero no, eso a ella no le importaba. Entonces... ¿Qué le importaba?¿Para qué vivir sin un objetivo? Eso mismo se preguntaba ella. Pero había algo que no podía ignorar, ese sentido de supervivencia que tienen todos los humanos. Sentía la necesidad de despertarse cada día, ver a las mismas personas, escuchar las mismas voces, caminar por los mismos lugares, subir las mismas escaleras.
     Y de vez en cuando se cruzaba con otro de su especie. Nadie los notaba, pero entre ellos sabían reconocerse fácilmente. La sonrisa falsa los caracterizaba. Una mirada y nada más, después, cada uno seguía con su vida, como si no existieran; seguían el ejemplo de la masa.
     Ella se pasaba horas y horas pensando en una frase que había escuchado en una canción ¿Era realmente mejor asumir la cobardía de huir a la responsabilidad de vivir? Siendo cobarde y huyendo, no viviría; pero tampoco siendo responsable lo hacía, eso no era vivir. Entonces era cuando tenía dos alternativas, terminar con eso de una vez, o esperar a que termine solo. En definitiva, vivir era la manera más larga de morir. Camino largo, camino corto. Su decisión estuvo clara; no lo podía evitar, era humana.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Primera Carta

Mi amor:
              Ya pasó más de un mes y medio desde tu cumpleaños, pero acá está al fin tu regalo. Me tomé el atrevimiento de escribirte en las primeras páginas porque quería que el regalo fuera algo más que un simple cuaderno (que probablemente no uses porque no tiene renglones! me quiero matar, sabelo). Aviso, soy pésima escribiendo cartas, siento que es como hablar personalmente con alguien pero sabiendo que estoy escribiendo algo que probablemente va a ser leido muchas veces. Maldición, la presión me mata.
              Ésta es la parte que no me gusta de decirte todos los días lo que siento por vos. ¿Qué va a tener de especial esta carta si me paso diciéndote todas las cursilerías que se me pasan por la cabeza? Todo lo que podría llegar a escribirte acá, ya lo sabés. Sabés que te amo en dimensiones inimaginables, sabés que sos lo más hermoso que me pasó en la vida, sabés que no imagino un futuro sin vos... simplemente no puedo. Venecia no existe sin vos. Aaay... ya puedo vernos a los dos en los canales. Yo mirando todo maravillada, viviendo uno de los mejores momentos de mi vida, y vos, por tu lado, mirándome como lo hacés cuando hago cosas de nena. Con tus bolsitas en los ojos (por cierto, AMO ese rasgo que heredaste de tu papá) y esa hermosa sonrisa que tanto me gusta. Yo caminaría delante de vos con un vestido, abriría los brazos y daría vueltas. Me marearía, por supuesto. Vos me abrazarías y me dirías "cuidado". Yo me moriría de risa en un estado de éxtasis total. Te amo, te diría. Yo más, responderías. Nos besaríamos y yo no podría hacer más que repetir en mi interior lo agradecida que estoy con vos. Gracias, gracias, gracias. Y marcaríamos cada lugar de esa hermosa ciudad con nuestros besos de jóvenes (o no tanto) enamorados. Cada lugar sería especial, tendríamos nuestro favorito, por supuesto. No puedo esperar a conocerlo. Y lo mejor de todo eso sería que no tendríamos que separarnos cada noche con un "te amo", no más ver cómo el otro se va y tener que esperar hasta el día siguiente para un nuevo encuentro. Llegaríamos a casa, probablemente una casa pequeña pero luminosa, y a la hora de dormir nuestros cuerpos no se separarían hasta la mañana siguiente (Bueno, seguramente vos harías como Ross y usarías el viejo truco del mantel ¬_¬). Imagino lo difícil que sería levantarnos, al menos los primeros días. Ambos sabemos que a mí más: dormir y estar con vos, mis actividades favoritas.
              Ahora sólo te pido que por un segundo te creas todas esas imágenes que pasaron por tu cabeza. Que no sea sólo una ilusión que creamos juntos para divertirnos. Que sea nuestro objetivo. Un objetivo que ambos creamos alcanzable y factible. Necesito que cuando pienses en tu futuro, inmediatamente me figures en él. Porque si vos no confiás en esa verdad, poco puedo hacer yo para que se cumpla. A mí no me importa lo que ta hayan dicho y te hayan hecho creer de vos mismo. Yo creo en vos y creo que sos capaz de ignorarlo conmigo.
              Tal vez en unos años esta carta no exista más, se haya consumido en las brasas o se haya perdido entre miles de papeles sin importancia. O tal vez no, tal vez la guardes. Quizás la puedas volver a leer y pienses en lo ilusos que éramos de jóvenes. En ese entonces podrás pensar "si hubiera sabido las cosas serían distintas" o también "qué suerte que no renuncié". Lo que sea que pase con esta carta, no lo sé, tampoco me importa demasiado. Lo que sí me importa, y espero que pase, es que recuerdes estos días conmigo con una sonrisa. Que si estamos juntos, que pienses en lo felices que somos ahora. Y que si no, si por esas casualidades de la vida alguno se queda en el camino o si viene una hermosa chica a seducirte y me dejás, que pienses en Belu y te acuerdes de los buenos ratos. Que te acuerdes de nuestras peleas por ver quién ama más a quién, de los veinte minutos diarios que pasamos en la terminal de subtes, de nuestros leitmotives, de lo gracioso que te resulta verme celosa, de lo retorcida que te parezco cuando llego a conclusiones erróneas, de mis manías, tales como irme a dormir a horas exactas o llevarme un souvenir de cada salida que tenemos, de nuestras peleas por pagar, de las promesas, de mis enojos por estupideces y mis desenojos casi instantáneos, de los sueños, de nuestros juegos, de nuestras charlas nocturnas por mensaje de texto en las que parecemos Romeo y Julieta, cuando bien sabemos que somos afortunados por vernos casi todos los días en el colegio. En fin... que te acuerdes de todo lo que somos ahora, porque todo lo que hoy es un lindo presente, mañana será un lindo recuerdo.

                          Te amo, no te olvides.

                                                          Belu.